jueves, 17 de septiembre de 2009

EL MARATONISTA, UN TIPO RARO por Andrés Figari


EL MARATONISTA, UN TIPO RARO

En esta época que nos ha tocado vivir, en el que el sistema hace creer que la felicidad equivale a la comodidad, que el confort es el auténtico paraíso y que el deporte mas divertido es el que se mira por televisión, el maratonista es, obviamente un tipo raro.
Es alguien que sale a correr solo, día tras día, con una idea en la cabeza, con una meta: correr 42 kilómetros, 195metros en un tiempo dado, la Maratón. Lo hace porque si, porque le gusta. No le pagan por correr y sin embargo está ahí, día tras día sufriendo y sudando sin que nadie lo obligue y sin ninguna recompensa a la vista.
Es alguien que se viste con lo mínimo y corre: camiseta, short, championes, un cronómetro y poco más. Con sol, agrega un sombrero y un par de lentes; con lluvia, lo que se pueda sacar fácilmente y atar en la cintura.
Corre por la calle, por el parque, por la rambla, por la ruta, esquivando las baldosas que sobresalen, los perros que muerden, el viento que desgasta y los autos que pisan.
Pero la lluvia no es excusa, tampoco el frio o el calor; esos son gajes del oficio, obstáculos que debe enfrentar para alcanzar la meta con la que se ha comprometido. Además están el desgano, la fatiga, el dolor, compañeros del camino con lo que aprende a convivir y a querer porque lo llevarán adonde se ha propuesto.
Otros son acompañantes más gratos: el olor del pasto fresco, el brillo del mar, los matices del sol entre las nubes, su propio cuerpo, que lo transporta y le transmite la alegría de sus movimientos.
Sabe que debe aprender a disfrutar tanto de lo que lo rodea como a resistir. Que debe acostumbrarse durante meses, a mezclar placer y dolor para que cuando llegue ese momento y la corra, y pase de los pies ligeros del arranque, por la agonía de la “pared”, hasta la euforia de la llegada, pueda sentir que además de haber logrado un tiempo o ganado una medalla, es otro hombre…quizá mejor.
Obviamente, el maratonista es un tipo raro.

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