sábado, 14 de marzo de 2009

Las tres maratones por Brenda Rocha

LOS COMIENZOS Y LAS 3 MARATONES.


¡Hola! Les escribe Brenda Rocha quien con gran placer forma parte del equipo y grupo de amigos “Ruteros 60”. Les cuento que aún tengo presente los comienzos de mi andadura deportiva que aunque no lo crean es cuestión de pocos años. Realmente no sabía que corría!!, hasta que un día Leonel (integrante de Ruteros) me invita a que comparta con él este deporte.

Mi 1er. carrera fue en Noviembre de 1988 en una Travesía por la Asociación de Juegos Deportivos Empresariales, 5 km. Ese día recuerdo me base en su consejo “anda a tu ritmo, lo importante es mantenerse corriendo toda la carrera hasta la meta, no parar”, también hago memoria y necesite una fuerte dosis de optimismo e ignorancia, y digo ignorancia porque fue con el tiempo cuando me di cuenta, que en un principio, lo que hacia era machacarme los pies y los tendones, sin realizar ningún estiramiento y sin tener el calzado adecuado.

De ahí paso un tiempo hasta que volviera a entusiasmarme nuevamente con una carrera que fue la que organizo el Banco Comercial en Marzo del año 2000, de ahí no pare. Comencé a fijarme en aquellos carteles que anunciaban alguna carrera popular.

Decidí participar, me inscribí en la Agrupación de Atletas del Uruguay y entré en el juego. Pero la primera vez, lo recuerdo en el Cerro lo pasé mal, los demás me habían sacado de ritmo y llegué a meta con la lengua fuera. Me prometí estar mejor entrenada para una próxima participación. Me gusto el ambiente de corredores, la emoción de la llegada. Me sentí feliz de compartir con ellos esta espléndida afición.

Me llevo un par de meses conseguir cubrir la distancia de 10 km. sin que mi corazón se me escapase del pecho. Me esforzaba, aquellos dolorosos kilómetros de los inicios se me hicieron más fáciles y podía recrearme en mis pensamientos sin correr agobiada sólo por llegar e incluso podía contemplar el paisaje si quería.

Ya participo en pruebas organizadas, me doy cuenta de que el número de mujeres es escaso y en las competiciones, al ser menor la participación femenina, a la hora del reparto de premios puede que sea fácil llevarme algún trofeo. Algunos organizadores de pruebas recompensan el esfuerzo con el regalo de alguna camiseta e incluso una medalla para cada participante, lo que, sobre todo en los comienzos, produce satisfacción y orgullo y animan a continuar esforzándose para poder seguir trotando.

Compruebo que la carrera continua ha dejado de ser un misterio para mí. He perdido peso, estoy cerca del peso-forma. Lo que me parecía un sueño, hacer un MARATÓN, ha dejado de ser algo inalcanzable. Es cierto, lo logré, creo que contribuyó sobre todo mi constancia, ya que mis conocimientos en esa época eran nulos. Recorrí nuestra hermosa Rambla y las calles de mi entorno en un radio de 15 km., descubrí casas hermosas, me di cuenta que existían cantidad de árboles desconocidos y contemplé los cambios diarios de la naturaleza.

Me enfrenté a mi misma y al reto de conseguir entrenar mi Primer. Maratón, que se celebró en Montevideo el 28/10/2001. Era un día frío y lluvioso, salimos un grupo de corredores de la Rambla de Malvín. La lluvia copiosa y helada, no impidió que ese centenar de hombres en el que estábamos pocas mujeres, nos aventuramos sobre el asfalto empapado y resbaladizo. A medida que íbamos cubriendo kms. la piel se acartonaba, los dedos de las manos y los pies se iban quedando semicongelados, el calzado rebosando agua, la sensación de enfrentamiento a la naturaleza era total, el cuerpo luchaba por generar calor, la mente puesta en llegar, en conseguir la ansiada entrada en meta. No controlaba mi reloj, no deseaba hacer ningún tiempo determinado, a mitad del recorrido pensaba que los primeros ya estarían cerca de la llegada, yo me sentía tan valiente y valiosa como ellos.

Ya me quedaba menos, perdía la noción del frío, me embargaba la pura necesidad de llegar, me esforzaba por ello y me hacían sentir bien los escasos observadores que asistían a esta carrera.
Debí como cualquier corredor de maratón, rechazar la voz de la sirena del agotamiento que me incitaba a tirarme al suelo y renunciar, las ganas, el deseo profundo de lograr y mi empeño me empujaban, mis músculos cansados y agotados, continuaban gracias a la fuerza de mi mente.

Me acercaba a la meta; mi mente, con fuerzas renovadas por su proximidad, inyectaba ligereza a mis piernas. Me quedaban cien metros, llegó feliz y llorosa. Fue una de las experiencias más fantásticas e inconmensurables que he vivido. Después de haber tenido dos hijos, ése era mi tercer parto feliz, aun a costa de tener que bajar durante tres días las escaleras de espalda.

De ésta, mi primera proeza, me quedo en enganche, el deseo de seguir luchando en esa prueba de distancia. Deseé tener información atlética, leí libros, revistas, intenté planificar mejor mis entrenamientos.

Por comenzar mi andadura atlética tarde –además de haber llegado a la carrera de forma totalmente casual-, no he podido saber si con trabajo y juventud hubiera podido conseguir más altas metas, pero sí he descubierto que el más torpe puede conseguir correr un maratón, puede perder grasas que sobran y puede llegar a asimilar entrenamientos adecuados a su valía.

Esto me llevó a correr la 2da. Maratón en Rosario- Argentina el 23 de Junio del 2002, en la cual logré mi mejor crono 3 hrs. 51 min. 52 seg.

La 3er. Maratón en New York se realizo el 3 de noviembre del 2002, llegamos a EE.UU el 1/11/02, ese mismo día fuimos a retirar a la exposición la bolsa con el Nº, camiseta y otras cosas útiles para el que corre. Una cola impresionante, ¡bueno imagínense! 30.000 corredores. El primer y segundo día caminamos (creo 2 maratones) conociendo esa maravillosa ciudad. La noche previa a la carrera hubo una fiesta de Pastas que se brindaba a todos los corredores y familia, en carpas instaladas en pleno Central Park.

El día de la carrera levantarse a las 6:00 am. ya que nos alojamos en New Yersey (otro Estado) y debíamos ir a New York para lograr el ómnibus que nos trasladaría 42 kms. hacía la largada, en el Puente Verrazzano, donde llegamos a las 8:00 am, la largada era 11:15 am. Allí brindaban biscochos, power-bar, Gatorade, maníes, café, etc. Cola de gente para todo, hasta para hacer uso de los gabinetes higiénicos, sin ser eso, la Organización un lujo.

La largada fue increíble, millares de personas atravesando ese Puente, por todas sus plantas. Los corredores se iban despojando de las ropas impecables a medida que entraban en calor y las tiraban a un costado.

Luego de la largada más o menos a los 13 km. tuve necesidad de un gabinete higiénico (por todo lo que había comido y no estaba acostumbrada), de ahí todo parecía marchar bien, con los pequeños altibajos propios de toda carrera larga. En el km. 30, o mejor dicho en la milla 20, (todavía mantengo viva la imagen de ese cartel en la carretera con un 20 enorme, en ese momento pensé ¿20 kms? Me sentí morir, mis piernas me respondían pero mi mente no, una sensación de vértigo comenzó a embargarme. Corría y calculaba 20 millas equivalen a 32 km. ya más tranquila aumente mi ritmo, animada por el público, dos millones de personas nos alentaban, por cada barrio que pasábamos se escuchaba su música típica con orquestas en vivo, corría disfrutando de todo el paisaje.

Faltando 800 mts. un dolor tremendo en la rodilla izquierda, (la que se me había lesionado tiempo atrás), me impide flexionarla y seguir el ritmo, faltaba tan poco que., por la euforia y el deseo de atravesar la meta, seguí. ¡Increíble! Lo logre y he podido saber otra vez, lo que supone un Maratón, el misterio, el gran juego del Maratón que puede reservarnos grandes sorpresas, buenas, si todo se da bien, muy malas, si el organismo, las últimas reservas, la despensa de nuestro interior se vacía de golpe, un bajón de glucosa, una lesión o deshidratación, provoca algún fallo en tu programación de los ritmos.
Mi escasa experiencia, me obliga a decirles que: Una de las claves para mantenerse siempre bien, sin desánimos ni desalientos, si es que nos gusta seguir en estas competiciones es, sobre todo, no marcarnos grandes cotas, porque éstas se van ganando a medida que logramos mejor preparación, y la conseguiremos con tiempo y constancia y un método asequible a nuestra capacidad.

Algunos se creen capaces de más y pronto desfallecen en el empeño o terminan con importantes lesiones o cuando menos frustrados, otros, por el contrario, creen que lo que algunos consiguen, ellos no podrán jamás alcanzarlo, y también desisten antes de saber realmente de lo que serían capaces si hubiesen sido constantes.

Muchos de nosotros no deberían olvidar jamás el sentido por el que hemos comenzado a correr, a sentirnos mejor, a superar los momentos de depresión, a saber que podemos alejarnos del ruido, del tráfico, del consumo, a relacionarnos con otras personas a las que nos une la sana locura de la carrera. Todo esto ha hecho que amemos cada día más esta actividad, que deseemos continuar haciéndola y que aspiremos a que los demás se unan a nosotros con la intención de convivir unas horas sudorosas pero más relajadas.


Hasta pronto.

Brenda

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